Por Melissa Goytizolo de ( La Madre )

“Cuñadita, apúrate que me muero” fueron las últimas palabras que le dijo Otilia Cachique a su cuñada Nancy Sangama, antes de que saliera a buscar sangre para que Otilia viviera.

El 18 de noviembre de 1996 esterilizaron contra su voluntad a Otilia Cachique. La ligaron estando extremadamente pálida y delgada. La operaron sabiendo que padecía una enfermedad pulmonar y estomacal. Un día después, el 19 de noviembre de 1996, Otilia dejó de existir en una camilla del Hospital de Bellavista (San Martín).

Según el Informe #27 de la Defensoría del Pueblo, entre fines de 1995 y 1998, doce mujeres y hombres fallecieron a causa de las esterilizaciones forzadas.

Murieron porque fueron intervenidos quirúrgicamente en condiciones deplorables, estando mal de salud, sin exámenes previos a la esterilización, ni mucho menos exámenes posteriores. El personal de salud, cómplice de estas muertes, decidieron tratar así a sus pacientes por cumplir velozmente con las metas y cuotas de personas esterilizadas que Alberto Fujimori, y sus ex ministros de salud, les imponían.

Los doce casos continúan en la impunidad. Algunos de los familiares, como si se tratase de una burla, recibieron una indemnización de 3000 soles, cobrados en cuotas. Algunos médicos fueron sentenciados, irrisoriamente, a un año de arresto domiciliario.

Y hoy, 2018, la resolución del Ministerio Público – que por primera vez ha denunciado penalmente a Fujimori y sus ex ministros de salud por el crimen de lesa humanidad –  únicamente ha encontrado culpabilidad en 5 de los 12 casos de muerte mencionados.

Las doce víctimas tenían entre 28 y 43 años cuando murieron. Sus familiares, por la memoria de sus seres queridos, siguen buscando justicia. Ellos no lograron sobrevivir, pero su recuerdo siempre lo hará.